Fue a fines de los 80, yo había dejado de publicar “Lengua
larga", debido a la prohibición de mostrarla en los kioscos y como tenía
todo listo: imprenta, mi estudio, dibujantes, comencé a planear una revista de
la que siempre quise hacer: de Aventuras,
Pero al hacer un estudio de mercado, enseguida me
aparecieron los contratiempos que rondan en este bendito país: los kiosqueros
estaban llenos de revistas mexicanas a todo color y a muy bajo precio de venta.
Mi distribuidor no creía conveniente sacar una revista, ya teníamos “El Dedo”
con muy buen tiraje y aunque la que yo pretendía hacer iba a ser muy diferente,
su consejo fue que no “tirara” la plata.
Sin embargo preparé unos bocetos de revistas y empecé a
llamar a algunos amigos que vinieron rápidamente.
Les gustó mucho la idea,
además yo les pagaría por historieta y guiones, obvio, y así los dos primeros se
marcharon a realizar las páginas comprometidas. Después vinieron dos más: un
guionista y un dibujantes y enseguida convinieron en trabajar juntos, pero
cuando les dije que en el equipo había una persona que se encargaría de
supervisar los guiones, me dijeron que
con él nunca iban a trabajar y se fueron sin más ni más. Llamé a otros y acordaron
integrar el equipo y así comencé a gestionar aquella revista aún sin nombre.
Arreglé todo en la imprenta y dejé señada la edición de prueba: serían unos 500
ejemplares para testear el mercado y volví a hablar con el distribuidor. Éste
me llevó al depósito y mostrándome unas pilas de revistas, me dijo: -Mire,Gezzio,
todo eso es material devuelto ¿Le parece que venderemos una revista hecha por
uruguayos, y de historietas?
Volví a mi estudio. Mirando mis libros de contabilidad que reflejaban los números en rojo, varios
clientes no me habían pagado y no tenía como para tirarme al agua por si vendía
algo para pagar los gastos opté por guardar los bocetos de aquella revista en
un cajón.
Cuando los primeros dibujantes vinieron con su historieta
pronta, les comenté que iba a postergar el proyecto. Les pagué lo convenido y
la cosa quedó allí, en stand by…hasta fines de los 90.
La historieta de Balazo
Con Rolando Salvatore había trabajado en equipo para El
Escolar, yo escribía los guiones y hacía los lápices y él entintaba las páginas
de Tente y el Felino. También me ayudó en las ilustraciones y tapas,
aplicándoles color a mano. Y siempre charlábamos de los gustos parecidos sobre
las historietas.
Ël se consideraba un fan del comic clásico y así fue que un
día le comenté que tal vez podríamos juntar esfuerzos y tener nuestra propia
revista. En el medio montevideano había mucha autoedición, fue un año donde muchos dibujantes noveles se
lanzaron con sus fanzines, ya que era lo más barato para cualquier
bolsillo, pero nosotros desechamos la idea del fanzine y de la fotocopia,
queríamos imprimirlo, así que empezamos a recorrer imprentas pidiendo
presupuestos. Eran siderales para nuestros bolsillos, nuestras esposas cuando se
enteraran, nos harían comer la revista.
Pero seguimos planeando todo: el formato que siempre me
gustó por práctico y por las reminiscencias de Frontera y Hora Cero era el
apaisado. ¿y EL NOMBRE? Nos propusimos realizar una lista cada uno y luego
elegiríamos el que se adecuara más. De alrededor de 20, elegimos BALAZO.Y le agregué: "El regreso de la Aventura".
Pero el tema seguía siendo el dinero.
Tampoco podíamos
conseguir publicidad sin tener un número para mostrar, así que le dí una
revista argentina a Salvatore y él armó una de muestra y la presentó a posibles avisadores, (creo que para no defraudarlo le dijeron que volviera cuando estuviese impresa), y a otras
imprentas para ver si llegábamos a un precio accesible. En uno de esos días,
Salvatore conoció a Daniel Puch quién le recomendó una que era muy barata y
quedamos en imprimirla allí. Entonces se nos ocurrió hacer una cooperativa con
los dibujantes que quisieran poner para la primera edición, luego se iría
pagando con las ventas. Aceptaron la idea: Daniel González, Daniel Puch (quién armó el
primer número),Carlos Federici, Pablo Dobrinin y Ernesto Cantonnet, quienes
junto a Salvatore y yo, fuímos los iniciadores de Balazo. Corría el mes de
julio de 1999 y teníamos en las manos nuestra primera revista de historietas clásicas,
de 48 páginas. Lo demás fue una larga historia de 9 números impresos de la pequeña revista que iré contando al estilo del folletín.
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