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jueves, 26 de marzo de 2015

Revistas clásicas: FRONTERA

LA MÍTICA Editorial FRONTERA
Héctor G. Oesterheld trabajaba en la Editorial Abril desde 1951, y dos de sus series se habían vuelto muy populares: Bull Rocket y Sargento Kirk. En 1956, con la ayuda de su hermano Jorge, fundó una nueva editorial, lanzando versiones noveladas de esos personajes. Las mismas reproducían guiones ya presentados en historietas, a excepción de la última de Rocket y las dos últimas de Kirk, que eran originales.
El éxito de los mismos, animó al autor a apostar completamente por la nueva editorial. Tras negociar con la Editorial Abril, ésta se queda con Bull Rocket (que continúa con otros guionistas) y Oesterheld se lleva a Kirk a su nueva editorial, así como a Hugo Pratt, su dibujante.
En 1957 aparecen las dos primeras revistas, Frontera y Hora Cero, con cadencia mensual. La gran mayoría de los guiones estaban a cargo de Oesterheld, sin bien a veces firmaba con seudónimos como H. Sturgiss o C. de la Vega, y el resto eran de su hermano, quien firmaba a su vez como Jorge Mora.
Las grandes ventas de las revistas, sumadas al prestigio que Oesterheld había acumulado entre el público, motivó el lanzamiento de una nueva publicación, Suplemento semanal Hora Cero.
Al año siguiente salen Hora Cero Extra y Frontera Extra. La editorial cerró al cabo de cinco años, debido a problemas económicos, el éxodo de gran parte de los dibujantes y a la venta de títulos a otras editoriales, que la llevaron finalmente a la quiebra. Cuando las deudas eran ya insostenibles, la editorial Emilio Ramírez se las quedó como forma de pago en 1961. En 1962 los títulos pasaron a Vea y Lea, y se publicaron hasta 1963.
En las tapas se aprecia que la mayoría fueron realizadas por Hugo Pratt, que también hacía las de Hora Cero. Varios dibujantes se fueron turnando para dibujar las cubiertas cuando el gran tano no podía cumplir con tanto trabajo: Roume, Ivo Pavone, Moliterni, Vogth, Solano López, etc.





















































Revistas clásicas: MISTERIX

MISTERIX, UN ÍCONO DE LAS REVISTAS DE HISTORIETAS.


A PRINCIPIO DE LOS CUARENTA, en plena Segunda Guerra Mundial, se instaló en Buenos Aires, la Editorial Abril, fundadada por Cesare Civita, un emigrante italiano, escapando del fascismo. Su gran experiencia en la industria editorial de su país, le permitió obtener la representación de la Walt Disney Company, y pronto empezó a utilizar sus personajes y a publicar literatura infantil. Terminada la guerra, se volcó al mercado de las revistas de historietas: con las exitosas Salgari, Cinemisterio, Misterix y Rayo Rojo. Para proveerlas, Civita fundó el sindicato Sudameris –a la manera norteamericana–, tradujo gran parte de la producción de los jóvenes creadores italianos de posguerra e invitó a algunos de ellos a trabajar en la Argentina. Así vinieron a Buenos Aires, en 1950, los dibujantes Mauro Faustinelli, Hugo Pratt e Ivo Pavone  y el guionista Alberto Ongaro. Otros, como Dino Battaglia y Paul Campani , también publicaban en las revistas, desde Italia. 

El cruce de estos autores con algunos de los por entonces noveles creadores argentinos –el guionista Oesterheld, los jovencísimos dibujantes Solano López, Zoppi, Vogt y Carlos Cruz– fue muy productivo.

Los semanarios de historietas de Abril: Misterix, que apareció en septiembre de 1948, y la pequeña Rayo Rojo, fueron, durante parte de la década del cincuenta, el campo gráfico donde se expresó la aventura moderna, con temas contemporáneos, de clara influencia norteamericana, pero con rasgos propios. Aunque manteniendo casi todas en el “continuará”, el relato gráfico imitaba la pesadez del folletín tradicional y los guiones apuntaban a un lector más maduro y exigente.












En la revista y en el personaje insignia de Abril: Misterix, lo primero que llamaba la atención era el nombre, versión fonética de “Mister X”. 

La revista, apaisada, tenía la particularidad de que las historietas comenzaban directamente en la tapa, donde estaban los únicos y habitualmente desfasados colores. No siempre con el mismo personaje: a veces era Misterix, de Campani y Ongaro, otras veces El Sargento Kirk, de Pratt y Oesterheld; Bull Rockett, de Campani y Oesterheld, Fuerte Argentino, de Ciocca y Julio Almada. Al retirarse Campani, Eugenio Zoppi pasó a dibujar Misterix y Solano López se hizo cargo de Bull Rockett.

De esos personajes, Misterix fue, el único que sobrevivió, aunque con muchas transformaciones. El personaje, de origen más o menos gótico y sombrío en los inicios en la revista Salgari, se transformó en un aristócrata inglés colaborador habitual de Scotland Yard. Lo fundamental siguió siendo la apariencia imponente y el rasgo de modernidad tecnológica: el traje hermético e incombustible y la pila atómica que emitía rayos multiuso operada desde el centro de su cinturón. El dibujo estilizado de Zoppi fue muy efectista en la distinción del personaje..

Bull Rockett, primer personaje importante de Oesterheld, fue construido por encargo y para competir con héroes aviadores de posguerra como el Steve Canyon, de Caniff, y el Johnny Hazard de Frank Robbins. Basado en la cara de Burt Lancaster,entonces de moda, pronto cambió de piloto de pruebas del encargo para convertirse en científico atómico, hombre de acción y eje de un grupo aventurero heterogéneo –Bull, Bob y Pic– que sería después la marca de fábrica del guionista. Y nace El Sargento Kirk, con Hugo Pratt en su primer gran trabajo importante, guionado por Oesterheld ­‑aún literario en demasía - desarrollaría con plenitud su concepto de la Aventura con mayúscula, como desafío interior, existencial, y no mera peripecia, y la idea del Héroe colectivo, una constante en su trabajo posterior.

En Rayo Rojo, simultáneamente, mientras se instalaba como un clásico perdurable el anónimo Colt Miller –que no era otro que el Tex Willer creada en 1948 por el guionista Gian Luigi Bonelli y el dibujante Aurelio Galleppini, (Galep), crearon otros personajes perdurables como El Indio Suárez, de Oesterheld-Fleixas (seguido por Carlos Cruz), historia de un boxeador criollo, deviene manager y se mueve habitualmente en ese submundo; y el elegante detective Mark Cabott, de Ongaro y el jovencísimo Carlos Vogt.

La modernidad que les daban a sus historias los dibujos de Pratt, Solano López y el resto –vigorosos, cinematográficos– y los originales guiones de Oesterheld y Ongaro hicieron que Misterix y Rayo Rojo fueran líderes, en un mercado en que las revistas de historietas semanales se contaban por docenas y los ejemplares vendidos en cientos de miles. Esos “años de Misterix”, primera mitad de los cincuenta, fueron parte del epicentro de la Epoca de Oro de la historieta de aventuras argentina, un período que se extiende desde la aparición de Patoruzito, en 1945, a la desaparición definitiva de esta misma reciclada y ya desfasada Misterix hacia 1964.