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sábado, 14 de junio de 2014

Balazo Nº 1,el regreso de la aventura.

Historietas Uruguayas
El primer número de la revista apareció en Julio de 1999 y su equipo editor estaba integrado por William Gezzio, Rolando Salvatore, Daniel González, Daniel Puch, Carlos M. Federici, Pablo Dobrinin y Ernesto Cantonnet.
Los integrantes rindieron un merecido homenaje al dibujante humorístico, Angel Umpiérrez en un sentido reportaje de Pablo Dobrinin.
Carlos M. Federici nos narró la historia de los comics en 3D en su nota " Tres veces más diversión".


 Las historietas fueron:La Sección, escrita y dibujada por Daniel González, se desarrollaba en la Segunda Guerra mundia.
El Capitán Rayo, personaje humorístico de Pablo Dobrinin, dibujado por Ernesto Cantonnet.
El Cómplice, sobre un cuento policial de S. Hopkins Adams, dibujado y guionado por Rolando Salvatore.
Marco Alvarado, transportador galáctico, con guión y dibujos de Daniel Puch, era de ciencia ficción en un Montevideo del año 4678.
Capitán Kane, con guión y dibujos de Williams Gezzio, narraba las aventuras de un oficial retirado del ejército de los EEUU, en Florida por 1840.

Un niño que pronto cumplirá ochenta años.
por Pablo Dobrinin

 
Mucha gente no sabe quién es Ángel Umpiérrez. Pero basta con que les mencione a Don Cristóbal o les muestre una viñeta de este genial personaje para que el rostro se les ilumine con una sonrisa. Luego todos lo recuerdan con cariño y finalmente me confiesan su sorpresa al enterarse de que el dibujante es uruguayo. Y esto es así , porque este señor siempre ha mantenido un perfil bajo. Pertenece a esa generación de artistas que nunca se la creyeron y siempre trabajaron en silencio. Contemporáneo de Fola y Suárez, vivió en una época donde dedicarse al cómic era un verdadera insensatez, o para decirlo mejor, un acto de fe.
Hoy cuenta con setenta y nueve años. Nadie lo diría, no tiene una sola arruga en su cara siempre afable y ni siquiera ha perdido el cabello. Su lucidez es envidiable. Es como si el humor lo mantuviese siempre joven. Vive con su esposa en un apartamento de la calle Uruguay. Al entrar en él uno se encuentra con una vivienda bien puesta, donde es posible disfrutar de sus cuadros al óleo y alguna escultura que la embellecen aún más. Umpiérrez ha logrado lo que muy pocos compatriotas: poder vivir de su arte. En el transcurso de esta entrevista que me concedió en marzo de 1999, se mostró sumamente hospitalario y humilde, como si no terminase de comprender lo que uno ya sabía, que se trata de una verdadera institución del cómic nacional.
Una prueba de fuego

- ¿ Dónde y cuándo nació?
A-
Nací en Montevideo, el 22 de julio de 1920.
- ¿ Cómo se inició su vocación de dibujante?
A-
Yo diría que en la escuela primaria, cuando estaba en tercero o cuarto año. Como en casi todas las clases hay un niño que le gusta más el dibujo, bueno, ese niño me tocó ser a mi. Me destacaba sobre los demás en la manera de dibujar. Pero para mi el día clave fue una vez que la maestra mandó un dibujo de deber, cualquier cosa, que dejaba la inspiración libre. Como chiquilín busqué un dibujo en una revista y lo calqué, no lo copié, lo calqué. Estaba todo perfecto, en perspectiva bien, claro, calcado de un tipo profesional... Entonces la maestra me dijo: "bueno, Umpiérrez, está muy bien pero está calcado." A mi me tocó un falso amor propio y le dije : No, no lo calqué. Ella me decía que si y yo que no, hasta que al final me dijo :" bueno, hágame un favor, pase y hágalo en el pizarrón". A mi se me presentó un problema porque me paré y además estaba toda la clase mirándome. Pero mirando el dibujo lo empecé a hacer, y grande en le pizarrón y lo hice, ¡y lo hice perfecto! Hasta yo lo admiraba y la maestra dijo "está bien", todo estaba bien y quedó como que yo lo había hecho. Y entonces ahí me desperté yo mismo, si soy capaz de hacerlo, ¿ por qué tengo que calcar? Y ahí me embalé con los dibujos y después seguí.
Un mundo aparte
- ¿ Dónde continuó sus estudios ?
Después estudié en la escuela industrial para ayudante de arquitecto, cuatro años. Había dibujo técnico, dibujo clásico, porque le estoy hablando del año 34, en ese tiempo la arquitectura tenía molduras y aquel objeto super gigante que sostiene los balcones, caras, todas esas cosas que en casas viejas quedan muchas todavía. Entonces tenía clase de ese tipo de dibujo y dos años de escultura con el escultor Luis Cantú, que fue el que hizo el monumento a Florencio Sánchez, un monumento enorme que al fin y al cabo, por rubro no se hizo se hizo todo y quedó la cabeza sola puesta en el Parque Rodó. La escultura me gustaba porque estaba dentro de lo mío y el dibujo de arte también me gustaba, después teníamos matemática y lo demás. Pero yo lo que quería era otra cosa. Ya en el cuarto año hice dibujos para diarios. En la época de la dictadura de Terra había un diario opositor muy popular llamado Uruguay. Un diario muy grande y muy lindo que estaba en Agraciada y Galicia. Hay una cosa que para mi fue muy importante, porque uno dice yo soy autodidacta, no fui a aprender dibujo a ningún lado, para el dibujo específico de la historieta no había academia, no había nada. Uno es autodidacta pero necesita de otros, de quien lo apoye en una cosa, un consejo... Cuando yo estaba aprendiendo arquitectura hice unos dibujos y los llevé al diario Uruguay. Los dibujos los llevé en papel garbanzo, que de ahí no se puede publicar nada, un papel amarillo, horrible. Yo no conocía el material, no tenía la menor idea de cómo se trabajaba. Me atendió , por suerte, un señor que se llamaba Lena, nunca me voy a olvidar del apellido. Creo que era administrador del diario, y yo no sé si me vio las ganas de trabajar o... no creo que hubiera en esos dibujos perspectiva de que pudiera ser un dibujante, pero me dijo," mirá, vamos a hacer una cosa, vos venite todos los días al diario y te vas al taller de los dibujantes- había cuatro o cinco dibujantes argentinos muy buenos- vas a estar ahí, mirá, aprendé , dibujá, hacé lo que querés y mientras tanto yo te doy quince pesos por mes y vos venís y una vez a la semana me traes a mostrar los dibujos que hiciste." Y así marché, yo te juro, no comía, muchos días no fui a almorzar por quedarme ahí en el diario , porque para mi era un mundo aparte, algo divino, el olor, el ambiente, todo, era lo que yo quería. Y aprendía la manera, el material, y como trabajaban los dibujantes, eso lo aprendí ahí. Hasta que un día le llevé un dibujo y me dijo empezá a hacer lo que vos querés y lo empezamos a publicar en un suplemento. Ese fue el inicio, después salté a Tribuna Popular, donde estuve añares retocando mapas y fotos. Yo era muy amigo de Fola, el dibujante, pero muy amigo, de quedarse a dormir en la casa y todo. El ya trabajaba para La Razón, de Buenos Aires y un día me dijo: " porqué no hacés un dibujo y yo te presento a Peralta Ramos, que era el director de La Razón a ver si te lo pone." Ahí fue que hice la historieta Don Cristóbal, en el 42. El objeto de hacerla muda era para poder venderla en el exterior. En esos tiempos en Uruguay si hacías una historieta no te la compraban porque había que hacer grabado, iba todo en chapa y eso costaba mucha plata.
Fuera de fronteras
- ¿ Cómo estaba el mercado uruguayo para los dibujantes?
A-
No existía, después empezó a existir de a poco. El que lo inició vendiendo cosas en el exterior fue Fola. Después empecé a vender yo. A muchos muchachos que empiezan le he facilitado al tener contacto con el exterior. Yo gané muchos clientes así, de mandar muestras a diecisiete diarios y de esos agarrar ocho o nueve y quedar como cliente. Porque en general la agencia se lleva el 50% de la ganancia y después le trae una lista de lo que vendió y cobró. Y de la lista usted no sabe si está todo o no. Pero también vendí para agencias como United Press, trabajé de las dos maneras. Actualmente sigo vendiendo en Puerto Rico, Costa Rica, México, Colombia, Venezuela, Perú, Chile, Argentina...
- Muchos creadores se han quejado de problemas a la hora de comercializar su obra. Piense por ejemplo lo que le pasó a José Rivera, que un agente perdió sus originales de Ismael, su trabajo más importante. ¿Usted tuvo algún tipo de dificultad en ese sentido ?
A- Usted sabe que un amigo que murió, cronista de policiales del diario El Día, me había dado unas copias de Ismael para llevar a La Razón y yo se las presenté a Peralta Ramos, y el tipo encantado con el dibujo, pero el personaje no le interesaba. Ismael a los argentinos no les hacía gracia ninguna, un héroe uruguayo, no argentino, entonces no marchaba por eso. Pero ahora uno trabaja con la fotocopia, entrega fotocopias de buena calidad , pero no originales.
Un diario de Colombia nunca me pago, fue el único diario donde me ocurrió eso. Después, la agencia Apla ( agencia periodística latinoamericana) vendió a un diario de Bolivia la tira de Don Cristóbal sin avisarme. Pero después, de pura casualidad me enteré y les cobré. Después otra vez tuve problemas con un diario de Córdoba, donde vendía Don Cristóbal directamente a La Voz del Interior. Por suerte, no sé por qué, había caído bien y tenía éxito la historieta. Y resulta que un día recibo quejas de La Voz del Interior diciéndome que el diario Córdoba lo estaba publicando y ellos tenían trato conmigo. Era una agencia que se había quedado con material mío y lo estaba empezando a vender. Y ese día escribí a la agencia , le metí un abogado, le escribí al director explicándole lo que había pasado pero nunca supe más nada.
Don Cristóbal
- ¿ Cómo definiría a Don Cristóbal ?
A-
La idea mía fue tomar un tipo con un nombre parecido al de Cristo, no por la parte católica, sino en el sentido de alguien que las paga todas. Y que tuviera un poco de todo, que hiciera de galán, de marido, del padre de los hijos, que cubriera todo, pero siempre dentro del lado bueno.
- ¿ Don Cristóbal fue evolucionando a medida que usted maduraba como ser humano?
A-
Si, es muy posible. En las dos cosas, en la manera de ser él y en el dibujo.
- Yo a Don Cristóbal lo veo de la siguiente manera...
A-
Ah, me interesa.
- ...Como un personaje esencialmente bueno, que se pone feliz con las pequeñas cosas, sencillo, con alguna picardía, pero sin pasarse de tono. Siempre un humor muy sano.
A-
Si, si, de tipo maduro con alma de niño.
- ¿Cree que este personaje refleja en alguna medida su propia personalidad?
A-
Es muy posible. Fola lo decía siempre, que los personajes de historietas reflejaban mucho, pero mucho, de lo que era el autor. A Fola le ocurría mucho de estar dibujando y riéndose al mismo tiempo, porque hacía cosas que en en parte las hacía el personaje y en parte le pasaban a él. Pero muchas veces ocurre de forma inconsciente.
- ¿ Qué otros personajes realizó además de Don Cristóbal ?
A-
El primer personaje de historieta fue Don Cristóbal. En el año 47 en la revista Estampa de Buenos Aires empecé a publicar El Falso Duque Bobadilla . Eso me posibilitó que me la pidieran de España y después la vendía directamente para allí. Era cómica, pero ya con texto, poco, pero texto, era horrible para el guión. Era un tipo que se quería hacer notar y se hacía pasar por duque. Posteriormente, a pedido de la agencia Apla hice otra tira muda, Doña Lala, en tres o cuatro cuadritos, al estilo de Don Cristóbal.
- Usted prefiere el humor mudo...
A-
Si, expresado con gestos. Usted lo ve y los movimientos le van diciendo todo. Es más universal, se entiende en Japón, Alemania.... Yo quería seguir el dibujo de historieta cómica y muda, cuestión de que en otros países se pudiera publicar sin necesidad de traducción ni de que alguna letra apareciera agresiva en otro lado. Lo comprenden en todos los idiomas.
Los recursos del artista

- Cuándo se sienta frente a una hoja en blanco para crear una tira humorística, ¿ cuáles son las cosas que toma en cuenta ?
A-
Ese tema que toca es un problema muy grande para el dibujante. Para mi tengo varios recursos. Uno es tratar de imaginar cosas, soñar, vivir en otro mundo, dale, dale... Y si no sale por ahí, utilizaba otro recurso que aprendí de Fola, y que he utilizado hasta hace pocos años. Chiste mudo que veíamos por ahí, sea en un cuadro, en diez o en veinte, tijera y archivo. Un día usted necesita crear algo y empieza a mirar, a mirar y parece que se empapa, y de ahí adentro, sin ser uno de esos, se le ocurre. Por ejemplo, le digo uno, en Clarín salió un chiste que mostraba en la redacción de un diario un tablero que decía "silencio", ¿ qué vas a tener silencio en una redacción?, lo recorté y lo guardé. De ese chiste saqué por lo menos como ocho o diez dibujos para Las Siete Semejanzas. Me acuerdo de uno, en la sección reclamos le puse un cartel que decía silencio, o no hable, justo en ese lugar. Infinidad de cosas, porque de uno saca otro y otro. Y esos son los recursos que uno utiliza a veces cuando está en blanco. Otra cosa que influye es el factor tiempo y la obligación. A mi me ha ocurrido de tener poco tiempo y tener que hacerlo, y sale. Si me pongo a pensar y sé que tengo tiempo hasta mañana, pasa una mosca y la sigo mirando como vuela, o me pongo a tomar café, y al final no lo hice. Pero la obligación de hacerlo también provoca un poco la idea para crear algo.
El amigo Fola

- ¿ Qué influencias reconoce en su obra?
A-
Para mi el que marcó una influencia, no solamente en el dibujo sino también en la manera de tomar las cosas fue Fola. Nos hicimos amigos, estaba en el taller con él y veía como trabajaba . Era un laburador a muerte.
- ¿ Qué opinión le merece el trabajo de Fola y Suárez ?
A-
Suárez, desde luego fue un gran dibujante y creador, pero tomaba las cosas muy a la uruguaya, muy a lo Montevideana, y entonces se limitó a Montevideo nada más. Las cosas que hacía Suárez eran buenísimas, como caricaturista ni hablar, en la historieta era muy pero muy bueno, super, pero era muy local, entonces se vendía y tenía éxito, como tenía que tener, pero era local. A Fola lo conocí mucho y además me ayudó muchísimo. Era un inglés que usted no sabía si era de esos personajes que parecen bobos de buenos que son o los toman por bobos por ser tan buenos. Un tipo muy sano, demasiado sano, y él explotaba muy bien la historieta muda. Al ser inglés dominaba muy bien este idioma y él fue a Estados Unidos y pudo entrar en la Press Aliance que creo que pertenece a King Feature. Ahí entró él, donde es muy difícil entrar, porque por el solo hecho de ser latinoamericano a uno se le cerraban las puertas. Fola tenía que ponerse a dibujar atrás de las puertas, escondido, el viejo le rompía todas las cosas, era muy riguroso, terrible. Para peor la madre de Fola había fallecido, cuando él era chiquito, en Londres . Cuando el padre vino para acá se casó con una señora uruguaya, era la madrastra, entonces el pobre chico no tenía quien lo defendiera, por qué no tenía la madre. Para él fue muy duro. Era un dibujante con un estilo que se puede negar o aplaudir, pero muy personal.
La alegría de dibujar

- ¿ Cree que dibujar historietas es una forma de seguir alimentando a ese niño que todos llevamos dentro?
A_
Yo creo que sí, es mantenerlo con vida, o darle más vida todavía. El mensaje del cómic debe ser llevar alegría, bienestar. Es mantener la alegría. El ser humano es un misterio. A mi me ha tocado por trabajar en diarios ser amigo del cronista policial, que estaba siempre en los hechos dramáticos. Y yo miraba por ejemplo un comisario que estaba en una seccional de esas de un suburbio, que tiene que tratar con hampones , que era un perro, pero un perro de presa, y empieza a hablar, hablar y escarbar y aparece el niño. Usted ve que adentro mantiene el niño de la escuela. Por actitudes , por fuera, es un hierro el tipo, inconmovible, pero el niño no murió. No sé si en alguno murió, yo creo que puede seguir viviendo.

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