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martes, 8 de julio de 2014

De cómo hacer revistas de historietas clásicas en este país (Uruguay) sin morir en el intento...



Fue a fines de los 80, yo había dejado de publicar “Lengua larga", debido a la prohibición de mostrarla en los kioscos y como tenía todo listo: imprenta, mi estudio, dibujantes, comencé a planear una revista de la que siempre quise hacer: de Aventuras,
Pero al hacer un estudio de mercado, enseguida me aparecieron los contratiempos que rondan en este bendito país: los kiosqueros estaban llenos de revistas mexicanas a todo color y a muy bajo precio de venta. Mi distribuidor no creía conveniente sacar una revista, ya teníamos “El Dedo” con muy buen tiraje y aunque la que yo pretendía hacer iba a ser muy diferente, su consejo fue que no “tirara” la plata.
Sin embargo preparé unos bocetos de revistas y empecé a llamar a algunos amigos que vinieron rápidamente.
 Les gustó mucho la idea, además yo les pagaría por historieta y guiones, obvio, y así los dos primeros se marcharon a realizar las páginas comprometidas. Después vinieron dos más: un guionista y un dibujantes y enseguida convinieron en trabajar juntos, pero cuando les dije que en el equipo había una persona que se encargaría de supervisar  los guiones, me dijeron que con él nunca iban a trabajar y se fueron sin más ni más. Llamé a otros y acordaron integrar el equipo y así comencé a gestionar aquella revista aún sin nombre. Arreglé todo en la imprenta y dejé señada la edición de prueba: serían unos 500 ejemplares para testear el mercado y volví a hablar con el distribuidor. Éste me llevó al depósito y mostrándome unas pilas de revistas, me dijo: -Mire,Gezzio, todo eso es material devuelto ¿Le parece que venderemos una revista hecha por uruguayos, y de historietas?
Volví a mi estudio. Mirando mis libros de contabilidad  que reflejaban los números en rojo, varios clientes no me habían pagado y no tenía como para tirarme al agua por si vendía algo para pagar los gastos opté por guardar los bocetos de aquella revista en un cajón.
Cuando los primeros dibujantes vinieron con su historieta pronta, les comenté que iba a postergar el proyecto. Les pagué lo convenido y la cosa quedó allí, en stand by…hasta fines de los 90.

La historieta de Balazo
Con Rolando Salvatore había trabajado en equipo para El Escolar, yo escribía los guiones y hacía los lápices y él entintaba las páginas de Tente y el Felino. También me ayudó en las ilustraciones y tapas, aplicándoles color a mano. Y siempre charlábamos de los gustos parecidos sobre las historietas. 
Ël se consideraba un fan del comic clásico y así fue que un día le comenté que tal vez podríamos juntar esfuerzos y tener nuestra propia revista. En el medio montevideano había mucha autoedición, fue un año donde muchos dibujantes noveles se lanzaron con sus fanzines, ya que era lo más barato para cualquier bolsillo, pero nosotros desechamos la idea del fanzine y de la fotocopia, queríamos imprimirlo, así que empezamos a recorrer imprentas pidiendo presupuestos. Eran siderales para nuestros bolsillos, nuestras esposas cuando se  enteraran, nos harían comer la revista.
Pero seguimos planeando todo: el formato que siempre me gustó por práctico y por las reminiscencias de Frontera y Hora Cero era el apaisado. ¿y EL NOMBRE? Nos propusimos realizar una lista cada uno y luego elegiríamos el que se adecuara más. De alrededor de 20, elegimos BALAZO.Y le agregué: "El regreso de la Aventura".
Pero el tema seguía siendo el dinero.
 Tampoco podíamos conseguir publicidad sin tener un número para mostrar, así que le dí una revista argentina a Salvatore y él armó una de muestra y la presentó a posibles avisadores, (creo que para no defraudarlo le dijeron que volviera cuando estuviese impresa), y a otras imprentas para ver si llegábamos a un precio accesible. En uno de esos días, Salvatore conoció a Daniel Puch quién le recomendó una que era muy barata y quedamos en imprimirla allí. Entonces se nos ocurrió hacer una cooperativa  con los dibujantes que quisieran poner para la primera edición, luego se iría pagando con las ventas. Aceptaron la idea: Daniel González, Daniel Puch (quién armó el primer número),Carlos Federici, Pablo Dobrinin y Ernesto Cantonnet, quienes junto a Salvatore y yo, fuímos los iniciadores de Balazo. Corría el mes de julio de 1999 y teníamos en las manos nuestra primera revista de historietas clásicas, de 48 páginas. Lo demás fue una larga historia de 9 números impresos de la pequeña revista que iré contando al estilo del folletín.

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